domingo, 1 de enero de 2012

Jubilados

Crucé Valladolid y Palencia, camino de Santander, entre niebla y escarcha; a ratos distinguía las choperas perfilando las riberas, fantasmales pueblos con el campanario de la iglesia levitando entre brumas, a ratos no distinguía nada, apenas la soledad de la estapa. En la cumbre de Pozazal los destellos del sol me devolvieron el optimismo, Reinosa resplandecía con un cielo insolentemente azul. Decidí darle gusto al estómago y con un día tan soleado el restaurante del campo de golf de Nestares parecía la elección más adecuada. Un par de manchas blancas en las cumbres, verdes praderías y el sol penetrando a raudales por las cristaleras del restaurante. Espléndido.

De repente los vi, a los jugadores de golf, tan emperifollados ellos, con sus carritos eléctricos, sus palos, sus pelotitas y esa pose de ajenos al común. Los observé con atención, sus movimientos, su forma de caminar. No, no eran jóvenes, se trataba de jubilados, honorables jubilados disfrutando de su inmenso tiempo libre en una mañana cualquiera de diciembre. Jubilados y jubilosos, Don Mariano, nuestro ínclito presidente, les había prometido mantener su poder adquisitivo aun a costa de congelar el salario mínimo interprofesional, de capar funcionarios y encular a la clase media. Como Dios manda. El pastel de cabracho se me atragantó. Por las laderas del Tres Mares se deslizaban espesas brumas, pronto alcanzarían el valle.

Tenía la vieja idea de que ser mayor consistía en hablar del tiempo y hacer una muesca cada vez que uno pasaba por el baño. Estaba equivocado, todo cambió, incluso los jubilados.El poder gris les dicen, pues constituyen un poder fáctico nada desdeñable. Ahora, a su eterna preocupación por la gestión de sus fluidos, añaden la preocupación por sus finanzas, así que constituyen una de las dianas predilectas de las sucursales bancarias repartidas por doquier. No cabe duda, a pesar de las apariencias, que constituyen el estrato social con más poder económico del país.

Son el objetivo fundamental en las campañas electorales, los políticos les reverencian. No es casualidad que los programas dirigidos a las personas mayores hayan escapado de los recortes presupuestarios que afectan a la mayor parte de países, incluyendo el nuestro. Es de justicia, dirán algunos, y probablemente tengan razón, yo me limito a mirar a los jugadores del campo de golf... Seguramente sea justo.

También miré a los camareros del local, todos jóvenes e inexpertos. Cada vez que vengo a este restaurante me encuentro con camareros nuevos, tres meses trabajando y a la calle, no vaya a ser que empiecen a cobrar antigüedad. Lo curioso es que son estos jóvenes los que deben pagar las pensiones de los que juegan al golf, comprar los pisos que quedaron aparcados con el crack inmobiliario e incrementar el índice de natalidad, tan necesario. ¿Alguien pide más?.

Se percibe insolaridad en el voto del poder gris. Para Aristóteles la experiencia de los mayores es sinónimo de desconfianza, de mezquindaz, egoísmo y avaricia. La verdad es que nunca me gustó este tío, pero reconozco que a veces sus apreciaciones son muy certeras. Como ejemplo más inmediato tenemos al Consejo de Administración del Banco de Bilbao, sus directivos han decidido prolongar la edad de jubilación desde los 70 a los 75 años, una imagen que no se corresponde con las incesantes prejubilaciones en la banca.

Por supuesto que existen jubilados que lo están pasando muy mal, sin duda, pero esto también sucede en otros estratos sociales, empezando por el de los jóvenes, y nadie se acuerda de ellos. Esto no es muy exacto, los grupos de presión de los empresarios los recuerdan cada día, con sus fauces babeantes, especialmente cuando hablan de imponer los “mini jobs”.

Al final, con el café, nos alcanzó la niebla, los jubilados estaban ya de retirada. Decidí que ya no tenía sentido llegar hasta Santander, así que me volví hacia Aguilar de Campoo, buscando el paseo de la Cascajera, siempre me ayudó a poner en orden mis ideas. Cené en “El Barón”, Carlos siempre me trata con exquisitez, se lo agradezco. Con el tiempo ha conseguido que su restaurante sea una magnífica referencia.

No sé que nos deparará el 2012, pero después de pasear por la Cascajera he decidido seguir con buen humor, es lo único que no nos pueden recortar.


Uno llegar e incorporarse el día

Dos respirar para subir la cuesta 

Tres no jugarse en una sola apuesta
Cuatro escapar de la melancolía 

Cinco aprender la nueva geografía
Seis no quedarse nunca sin la siesta
Siete el futuro no será una fiesta 

Y ocho no amilanarse todavía
Nueve vaya a saber quién es el fuerte
Diez no dejar que la paciencia ceda

Once cuidarse de la buena suerte

Doce guardar la última moneda 
 
Trece no tutearse con la muerte 

Catorce disfrutar mientras se pueda. 
 


Mario Benedetti