jueves, 19 de agosto de 2010

Varón Dandy

Van con la casa, en el mismo lote; vienen con las tejas, las puertas, las ventanas...¡los ineludibles vecinos!. Existen de todas las características posibles, a mí me correspondió el lote prehistórico, rara avis, una singularidad en la evolución, pues mis vecinos descienden directamente de los “Homo antecessor” de la Gran Dolina de Atapuerca.

En este tórrido verano, aquí, en la Corte, ventanas abiertas, el bullicio ha resultado insufrible. Así, encadenando noches en vela, planeando asesinatos virtuales, mirando de reojo a la crisis, han pasado los días y ya se vislumbra el final de este anodino agosto. Me crucé con él esta mañana, con el vecino, camiseta de tirantes, un a modo de gayumbos y ese andar oscilante rascándose frenéticamente la entrepierna. Lo que me pasmó fue el olor; no piensen mal, no se trataba del sobaquillo, ¡joder!, olía a Varón Dandy.

Es verdad, a decir de los incesantes mensajes publicitarios, que las fragancias te transportan a paraísos indescriptibles.Yo, es este caso, de súbito, me vi sentado en la silla giratoria del Turuta: chaval, te voy a poner una colonia para que se te acerquen las chavalas; descuiden, no surtía efecto ni a la de tres. Inolvidable, siempre cariñoso, incluso con los obligatoriamente obligados. A mí, después de mis malas notas, me llevaba mi padre de las orejas, corte de pelo al cero, que ya no se lleva eso, sin rechistar y que no quede un pelo más largo que otro. Como consuelo, dandydazo, y abandonaba la peluquería dando tumbos, literalmente embriagado por aquella “varonil” fragancia.

Es curioso, las dos barberías, pues así se decía antaño, con sus incondicionales, sus chismosas tertulias, generaban una sutil división en aquella sociedad aprisionada entre las dos fábricas. Los había pepistas y turutianos; probablemente no nos equivoquemos si aderezamos la división con las connotaciones sociales al uso, ¿dónde acudían, pues, el sargento, el médico, el maestro y el sacerdote? ¿Pepistas?

Tórrido verano éste; leí a Castelar: “¡Alá es grande en el Gurugú!”, y otra vez en el Gurugú, preguntándome por la suerte de Don Olegario Blanco; ya lo mencioné en alguna ocasión, la historia del pueblo discurre en paralelo a la historia del Gurugú. Me refugié en Blanco White, mi renegado favorito, “...la Virgen del Carmen, que es la patrona de pícaros y vagabundos en España” (cito, por si generase confusión, su procedencia: “Cartas de España”, carta quinta). Y ya estamos en la verbena, no pude evitar cierta nostalgia a la vez que tristeza, estaba allí pero me sentía ausente. Me evadí con Henning Mankell, buscando el frío del norte, y me encontré a una sociedad muy distinta a la que yo había idealizado, parece que esto de la globalización nos coloca a todos en el mismo andén, una pena.

Tórrido verano, al albur de taurinos y antitaurinos, la España de charanga y pandereta, tan machadiana, de toreros con el escapulario de la Virgen del Carmen. Han vuelto, los de la caspa, los de los cuernos y la maté porque era mía o porque no era mía, !qué más da¡. Mal asunto.

El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.


Antonio Machado: “El mañana efímero”

botero1957@yahoo.es

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