martes, 25 de octubre de 2011

Am I Blue?



Lástima, ese el problema de las fotografías. Las sales de plata capturan únicamente la intensidad de la luz reflejada por los objetos a fotografiar, perdiéndose una información fundamental: la fase de las señales luminosas. Desde el punto de vista técnico esto es un desastre, de ahí las diferentes estrategias desarrolladas para recuperar dicha información. No obstante, es una opinión más, la ausencia de fase tiene sus ventajas, tanto artísticas como anímicas, sobre todo cuando se trata de viejas fotografías en blanco y negro, cuya contemplación suscita una compleja interrelación entre la imaginación, los recuerdos y los sentimientos. Esta es la razón por la que percibimos diferentes sensaciones cada vez que miramos una de esas fotografías.

La primera vez que vi la foto que Javier nos cedió a través de la web no me reconocí, y no fue precisamente por la presbicia, que también, sino por la composición en sí. En la fotografía destaca sobremanera el blanco de la ropa de Cristina, una niña rodeada de cuatro “rapazines” en gris. Era inevitable...There was a time...When I was his only one...Efectivamente, ella era la única, lo demás permanecía en semipenumbra; los muchachos, apenas cuatro sombras reflejadas en un espejo hecho añicos, cuatro pasados divergentes y el aplomo de una realidad emergente...Visto así parece una premonición, o más bien una reivindicación...There was a time...When I was his only one. Al fondo, el pueblo, tan próximo y tan lejano. Un patinete, todo un ferrari en su momento, una gorra, leotardos, ninguna planta y mucho cemento - otoño, probablemente - . How can you ask me “am I blue”?

Fue la primera impresión. Los años transcurridos desde entonces permiten acercarse a la fotografía con diferentes perspectivas, la exactitud es prescindible. Incluso el momento determina la evocación, la presencia o la ausencia. Este vez sí que me reconozco, despeinado y con la mano en la boca, décadas disimulando mi timidez y, así, tan de repente, emerge desde el pasado como una de esas asignaturas eternamente pendientes. También se evidencian los contrastes, inequívocas señales de diferentes actitudes familiares...; no, el cemento no lo ocultaba todo...Why, wouldn’t you be too?

El viento del norte, tampoco aparece en la fotografía. Necesario, como en las viejas canciones de jazz en las que los instrumentos de cuerda creaban el ambiente propicio para la irrupción de los instrumentos de viento. Escuché “Am I blue” por primera vez viendo aquella vieja película de Howart Hawts, “Tener y no tener”, con Carmichael al piano esperando la entrada del viento, en este caso la voz de Lauren Bacall, una delicia. Volví a escuchar “Am I Blue” cientos de veces, con diferentes intérpretes, distintas versiones y, aunque resulte sorprendente, en diferentes películas. Me gustó mucho la interpretación de Diana Lane en Cotton Club, aunque en este caso el viento lo ponía un trompetista interpretado por Richard Gere, la escena es maravillosa. Hay interpretaciones para todos los gustos, desde Ethel Waters a Ray Charles, pasando por Teddi King, Nat King Cole, Cheers, Eddie Cochran...Personalmente me quedo con la versión de Billie Holiday, resulta más creíble.

Hubo una última vez, como para casi todo. La última vez que hablé con Cristina, ella aún estaba en la Universidad. Con Viqui compartí cena y cerveza en la terraza de la cafetería Frixia; era verano, lo recuerdo porque en aquella época aún trampeaba la vida con clases particulares y me gustaba sentarme en esa terraza al finalizar la jornada laboral. Recordamos viejas travesuras y hablamos de viajar hacia sur. Con Javier, aquí tengo más dificultades, recuerdo una conversación telefónica, pero también puede que esa conversación fuese con otra persona...¿hablamos de hijas? De Fernán Manu... hace tanto tiempo ya que no se cuál es el último recuerdo, aunque resulta imposible olvidar aquel exquisito batido de plátano que preparaban en su casa.



...cuya mirada intensa, soñadora y fogosa quedó inmortalizada en alguna foto de las que a veces aparecían en el baúl de los recuerdos. La vida era así. Sobre todos los momentos sublimes llovía, con el tiempo, la prosa de la cotidianeidad. Pero el recuerdo del momento sublime quedaba innato en las almas.


Usos amorosos de la posguerra española

Carmen Martín Gaite.

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