miércoles, 16 de diciembre de 2009

Cianamida cálcica


Parece ser que este era el objetivo inicial de la fábrica de Unquinesa, producir cianamida cálcica. El proceso era relativamente simple, con la caliza extraída en la cantera, previamente molida, se obtenía carburo cálcico en el horno y posteriormente, en unos hornos específicos de baja potencia, el carburo, bajo una corriente de nitrógeno, se transformaba en cianamida. Esta sustancia en polvo, a efectos del posterior transporte, se almacenaba en pequeños bidones; este último proceso se realizaba manualmente. A tal fin, los obreros se protegían con una mascarilla realizada a base de gasa, algodón y un soporte metálico; una protección muy primitiva ... eran otros tiempos.

No hace falta ser un lince para percatarse que todo el conjunto de procesos resultaba tremendamente contaminante, sobre todo desde la óptica de partículas en suspensión, por su particular incidencia en el sistema respiratorio, amén de determinados procesos alérgicos. En cuanto a los efectos de la cianamida están documentados la rinitis, faringitis, laringitis y bronquitis. En combinación con el alcohol ( el vino peleón de entonces) tiene incidencia a largo plazo sobre el sistema cardiovascular y sobre el sistema nervioso central. Nada, una bagatela.

Es verdad que la sustitución de los abonos orgánicos por los abonos minerales - la cianamida se utilizaba como fertilizante, herbicida o pesticida - significó un incremento sustancial en la producción de determinados productos agrícolas, también es verdad que la cianamida aportó empleo y progreso en general, pero esto no es óbice para ubicar la barriada en un lugar más alejado o más elevado, pues el terreno lo permitía, impidiendo que sus pobladores quedasen estigmatizados por semejante dislate.

No les doy las gracias, ni me siento agradecido. Los que decidieron el emplazamiento del barrio eran unos auténticos borricos. En fin, esto sucedió hace muchos años, seguro que el agua limpió todos los restos de cianamida ( y el de los directivos), pero el recuerdo produce desasosiego. Es difícil encontrar un poema para tamaño despropósito, tan sólo me vienen a la memoria unos versos de Ángel González:

Atrás quedaron los escombros:
humeantes pedazos de tu casa,
veranos incendiados, sangre seca
sobre la que se ceba -último buitre-
el viento.

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